lunes, 14 de febrero de 2011

Homo Antecesor

Homo antecessor es una especie fósil perteneciente al género Homo, considerada la especie homínida más antigua de Europa. Tiene más de un millón de años de antigüedad (Pleistoceno Inferior). Eran individuos altos, fuertes y con rostro de rasgos modernos, aunque su cerebro era más pequeño que el del hombre actual.

Descripción

La definición de esta especie es fruto de los más de ochenta restos hallados desde 1994 en el nivel TD6 del yacimiento de Gran Dolina en la Sierra de Atapuerca, y que datan de hace 750 a 850 mil años, según mediciones paleomagnéticas.[2]
De acuerdo con sus descubridores, entre los caracteres anatómicos de estos homínidos cabe destacar un conjunto de rasgos muy primitivos en el aparato dental, que llevaron a establecer una relación entre éstos y los homínidos africanos del Pleistoceno Inferior. Una mandíbula muy bien conservada de una mujer H. antecessor, de entre 15 y 16 años, recuperada del yacimiento de la Gran Dolina tiene similitudes muy claras con las del Hombre de Pekín (Homo erectus), lo que sugiere un origen asiático de H. antecessor. Sin embargo, el patrón de desarrollo y erupción de los dientes es prácticamente idéntico al de las poblaciones modernas.
La morfología facial es similar a la de Homo sapiens, con orientación coronal y ligera inclinación hacia atrás de la placa infraorbital que determina la presencia de una fosa canina muy conspicua. El borde inferior de esta placa es horizontal y ligeramente arqueado. El arco superciliar es en doble arco y la capacidad encefálica, estimada a partir de un fragmento incompleto de hueso frontal, indica una cifra superior a los 1.000 cm³. La morfología de la mandíbula recuerda a la de ciertos homínidos muy posteriores, del Pleistoceno Medio, de la especie Homo heidelbergensis, como los de la Sima de los Huesos, también de Atapuerca. El esqueleto postcraneal indica una cierta gracilidad en comparación con la mayor robustez del Hombre de Neanderthal de la segunda mitad del Pleistoceno Medio.
En la actualidad, la validez de esta denominación como especie diferente es defendida por sus descubridores y otros expertos, que consideran que H. antecessor precede a H. heidelbergensis y por tanto es también antepasado de H. neanderthalensis; sin embargo, parte de la comunidad científica la considera una simple denominación, no específica, para referirse a restos encontrados en Atapuerca, que ellos asignan a la especie H. heidelbergensis o bien, la consideran una variedad de Homo erectus/Homo ergaster.

La Sima del Elefante

En marzo de 2008 se han dado a conocer nuevos restos de Homo antecessor, concretamente parte de una mandíbula de un individuo de unos 20 años y 32 herramientas de sílex de tipo olduvayense (modo 1), datados en 1,2 millones de años de antigüedad, lo que hace retroceder considerablemente la presencia de homínidos en Europa. Los restos fueron hallados en 2007 en la Sima del Elefante, yacimiento situado a unos 200 metros de la Gran Dolina

Norfolk, Inglaterra
En 2010 se informó sobre el descubrimiento de herramientas en Happisburgh, Norfolk, Inglaterra,[5] [6] las cuales se cree fueron usadas por H. antecessor y datan de hace 780.000 años antes del presente

domingo, 13 de febrero de 2011

Atapuerca

Las primeras exploraciones sistemáticas del sistema kárstico de Cueva Mayor se remontan a la mitad del siglo XIX. Sin embargo, esta cueva ya era conocida y visitada desde mucho tiempo antes. En 1863, Felipe Ariño solicita la concesión en propiedad de la cueva. Cinco años después, en 1868, se publica una descripción detallada de la cueva, de manos de Pedro Sampayo y Mariano Zuaznávar, en la que describen por primera vez la conocida actualmente como Sima de los Huesos. Ésta tiene una segunda referencia en 1890 en una demanda para obtener un permiso de exploración minera de otras zonas de Cueva Mayor. De una forma paralela a estas primeras investigaciones, suceden multitud de expoliaciones y destrucción de su interior.

A finales del siglo XIX, época en la que España se estaba incorporando a la Revolución industrial, se construyó un trazado de ferrocarril minero desde la Sierra de la Demanda hasta Burgos (concretamente hasta el enlace con la línea de ferrocarril Burgos-Bilbao). En aquellos años, las siderurgias vascas requerían de mucho mineral de hierro y carbón, más de la que los yacimientos de León y Asturias podían ofrecer por entonces. La Sierra de la Demanda tenía minas potenciales de mineral de hierro y hulla, sin embargo, no había ningún tipo de transporte que lo pudiera destinar a los altos hornos dedicados a la fundición situados en Vizcaya. Para solventar este problema, en 1896 se otorgó la autorización para construir esa línea férrea de vía estrecha a la compañía recién creada por Richard Preece Williams The Sierra Company Limited. Esta empresa se encargó del trayecto desde Monterrubio de la Demanda a Villafría, así como la inversión en varias minas localizadas en pueblos como Pineda de la Sierra, Riocavado de la Sierra, Barbadillo de Herreros, el mismo Monterrubio de la Demanda o Valle de Valdelaguna. La obra de ferrocarril, en la que participaron 1.500 operarios, comprendía un total de 65 kilómetros y se finalizó en 1901, 5 años después de su comienzo.
En un principio este trayecto no atravesaba la Sierra de Atapuerca. Sin embargo, y sin explicación conocida, el trazado del ferrocarril la atravesaba por su lado suroeste mediante una profunda trinchera de medio kilómetro de longitud y una profundidad que, en su mayor cota, alcanza casi los 20 metros. Este desfiladero creado, que sumaba un kilómetro de distancia extra respecto a los planes iniciales, pudo realizarse para explotar comercialmente la caliza de la sierra, puesto que ésta se había usado como material de construcción desde la Edad Media. Esta trinchera, a su paso, atravesó numerosas cuevas colmatadas con sedimentos pleistocenos (con huesos e industria lítica, aunque nadie reparó en ellos) exponiéndolos a la luz y mostrando claramente su estratificación.
El compromiso con la compañía fue que su carácter no sería exclusivamente minero; como condición para recibir la subvención de la Diputación, The Sierra Company Limited tuvo que comprometerse a transportar pasajeros y mercancías (para tal fin dicha compañía adquirió cuatro locomotoras de vapor y diverso material móvil). Sin embargo, la línea nunca llegó a consolidarse económicamente, debido a los elevados precios que impuso Ferrocarriles del Norte. Hacia 1910 la línea férrea dejó de funcionar, y en 1917 la sociedad Vasco-Castellana, heredera de The Sierra Company Limited, quebró y desapareció definitivamente. Aún hoy se conservan puentes, taludes, túneles y estaciones de aquel ferrocarril. En 1950 se aprovecha la trinchera del ferrocarril como cantera, lo que afectó negativamente a los yacimientos destruyendo una parte de ellos.

Mesolitico

Mesolítico es el término que se utiliza para denominar el período de la Prehistoria que sirve de transición entre el Paleolítico y el Neolítico. Significa Edad Media de la Piedra (del griego μεσος, mesos=medio; y λίθος, líthos=piedra) por contraposición al Paleolítico (Edad Antigua de la Piedra) y al Neolítico (Edad Nueva de la Piedra),[1] identificándose con las últimas sociedades de cazadores-recolectores.[2] Los hábitos de las culturas del Mesolítico eran básicamente nómadas, con asentamientos estacionales de invierno y campamentos de verano, aunque en algunas regiones costeras europeas y en el Próximo Oriente (allí donde encontraron recursos suficientes y regulares) comenzaron a vivir de una manera más sedentaria.

Charles Darwin

Charles Robert Darwin (12 de febrero de 180919 de abril de 1882) fue un naturalista inglés que postuló que todas las especies de seres vivos han evolucionado con el tiempo a partir de un antepasado común mediante un proceso denominado selección natural. La evolución fue aceptada como un hecho por la comunidad científica y por buena parte del público en vida de Darwin, mientras que su teoría de la evolución mediante selección natural no fue considerada como la explicación primaria del proceso evolutivo hasta los años 1930,[1] y actualmente constituye la base de la síntesis evolutiva moderna. Con sus modificaciones, los descubrimientos científicos de Darwin aún siguen siendo el acta fundacional de la biología como ciencia, puesto que constituyen una explicación lógica que unifica las observaciones sobre la diversidad de la vida.[2]
Con apenas 16 años Darwin ingresó en la Universidad de Edimburgo, aunque paulatinamente fue dejando de lado sus estudios de medicina para dedicarse a la investigación de invertebrados marinos. Posteriormente la Universidad de Cambridge dio alas a su pasión por las ciencias naturales.[3] El segundo viaje del HMS Beagle consolidó su fama como eminente geólogo, cuyas observaciones y teorías apoyaban las ideas uniformistas de Charles Lyell, mientras que la publicación del diario de su viaje lo hizo célebre como escritor popular. Intrigado por la distribución geográfica de la vida salvaje y por los fósiles que recolectó en su periplo, Darwin investigó sobre el hecho de la transmutación de las especies y concibió su teoría de la selección natural en 1838.[4] Aunque discutió sus ideas con algunos naturalistas, necesitaba tiempo para realizar una investigación exhaustiva, y sus trabajos geológicos tenían prioridad.[5] Se encontraba redactando su teoría en 1858 cuando Alfred Russel Wallace le envió un ensayo que describía la misma idea, urgiéndole Darwin a realizar una publicación conjunta de ambas teorías.[6]
Su obra fundamental, El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas preferidas en la lucha por la vida, publicada en 1859, estableció que la explicación de la diversidad que se observa en la naturaleza se debe a las modificaciones acumuladas por la evolución a lo largo de las sucesivas generaciones.[1] Trató la evolución humana y la selección natural en su obra El origen del hombre y de la selección en relación al sexo y posteriormente en La expresión de las emociones en los animales y en el hombre. También dedicó una serie de publicaciones a sus investigaciones en botánica, y su última obra abordó el tema de los vermes terrestres y sus efectos en la formación del suelo.[7] Dos semanas antes de morir publicó un último y breve trabajo sobre un bivalvo diminuto encontrado en las patas de un escarabajo de agua de los Midlands ingleses. Dicho ejemplar le fue enviado por Walter Drawbridge Crick, abuelo paterno de Francis Crick, codescubridor junto a James Dewey Watson de la estructura molecular del ADN en 1953.[8]
Como reconocimiento a la excepcionalidad de su obra fue uno de los cinco personajes del siglo XIX no pertenecientes a la realeza del Reino Unido honrado con funerales de Estado,[9] siendo sepultado en la Abadía de Westminster, próximo a John Herschel e Isaac Newton.[10

Rift Valley

Desde 1925, fecha de su primer descubrimiento en África del Sur, los Australopitecos sólo eran conocidos en el Este del Rift Valley. En 1995, la MPFT saca a la luz “Abel” (Australopiteco bahrelghazali), primer australopiteco del Oeste que data de 3 a 3,5 Ma. Desde entonces, otros restos prehumanos, entre ellos algunos más antiguos, han sido descubiertos por la MPFT. Estas nuevas circunstancias permiten comprender mejor este período clave para las primeras fases de los homínidos. Desde 1994, la MPFT realiza 4 meses de investigación por año en el erg dunario del Djourab (Norte del Chad). Este programa multidisciplinar agrupa a más de 50 investigadores de 10 nacionalidades. Más de 400 sitios (repartidos en 4 sectores datados de 7 a 3 Ma) y se han descubierto aproximadamente 10.000 restos de vértebras fósiles. Gracias al apoyo del M.A.E., se ha construido en N’Djaména un edificio, Centro de Conservación de las Colecciones Paleontológicas. Permite realizar la preparación y conservación de las colecciones recogidas por la MPFT en las mejores condiciones. La MPFT recoge nuevos datos paleobiológicos y sedimentológicos que permitirán precisar el contexto paleoambiental relacionado con la emergencia de los primeros homínidos. Este proyecto se propone analizar la naturaleza y la dinámica de los factores bióticos durante el Mio-plio-cuaternario.

WURM

La glaciación conocida como Würm fue la última que conoció la tierra y con ella se considera terminado el Pleistoceno y las llamadas "glaciaciones antropológicas", debido a que fueron usadas por el humano para su paso a América. Las otras "glaciaciones antropológicas" anteriores a la Würm ó wurmiense, fueron Glaciación de Donau, hace 2.000.000 de años; Glaciación de Günz, de 1.000.000 años atrás; la Glaciación de Mindel de hace 400.000 años y la Glaciación de Riss de hace 150.000 años. Se supone según la teorías enunciadas, que todas ellas fueron usadas por el hombre para su paso a América, en mayor o menos grado. Los científicos las consideran "glaciaciones recientes".
Se considera que comenzó hace 80.000 años y terminó hace 10.000. Alcanzó su máximo hace 18.000 años. En este periodo, la especie humana no alcanzó a extinguirse, pero se redujeron intensa y extensamente las poblaciones, disminuyendo la dispersión genética original. Prácticamente no hace más de 20 milenios que recomenzó la dispersión genética.
Esta glaciación fue aprovechado por el hombre para hacer su paso desde Asia hacia América por el estrecho de Bering, según una teoría. Durante aquél período glaciar, el clima terrestre se volvió muy frío. Entonces los glaciares avanzaron más allá de los casquetes polares, hasta cerca de los trópicos. En esa zona los continentes se cubrieron de hielos se congelaron los lagos, lagunas y ríos. Los mares de poca profundidad desaparecieron, porque sus aguas se convirtieron en glaciares. Fue justamente en esos tiempos que los estrechos y archipiélagos continentales e insulares quedaron sin cobertura líquida ; por lo tanto, y temporalmente, muchas zonas cecanas quedaron unidas. Se unió, por ejemplo, Australia-Tasmania con Nueva Guinea, Filipinas e Indonesia. Los mismo ocurrió entre Japón y Corea.
Entre Asia y América, al reducirse el nivel de sus aguas, el estrecho de Bering se convirtió en "puente de Bering" o "puente de Beringia". Lleva ese nombre en honor del navegante Vitus Jonassen Bering (Dinamarca, 1681-1741), quién exploró esos mares con ayuda de los zares de Rusia.
El "puente de Beringia", en condiciones de ser transitado por humanos y animales, duró un breve período geológico. En su primera etapa, unos 4.000 años. En su segunda etapa unos 15.000 años. Existía en ese entonces un puente terrestre entre Asia y Alaska, que apareció cuando los glaciares del último período glacial estaban en su máximo, aprisionando millones de hectómetros de precipitación que normalmente habrían ido a los océanos. la falta de esa agua redujo el nivel del mar de Bering más de 90 m, bastantes para convertir los bajos del estrecho en un puente de tierra que unía los dos continentes. Ese istmo de tierra tenía una longitud de 75 kilómetros y un máximo ancho de 1.500 kilómetros. Aunque es un istmo, los científicos mantienen la denominación de "puente" por su significado de "unión" entre ambos continentes.
Durante 19.000 años, los grupos primitivos del Asia tuvieron la oportunidad de cruzar el "puente de Beringia". ese tiempo fue suficiente para que las primeras bandas y otras olas de inmigrantes de Asia llegaran al norte de América.

Homo Neanderthalensis

El hombre de Neandertal (Homo neanderthalensis) es una especie extinta del género Homo que habitó Europa y partes de Asia occidental desde hace 230.000 hasta 28.000 años atrás, durante el Pleistoceno medio y superior y culturalmente integrada en el Paleolítico medio. En un periodo de aproximadamente 5.000 años se cree convivió paralelamente en los mismos territorios europeos con el Hombre de Cro-Magnon, primeros hombres modernos en Europa. Esta convivencia se ha demostrado por fósiles hallados en las cuevas de Châtelperron.[1]

Sus características definidoras, a partir de los huesos fósiles descubiertos hasta ahora (unos 400 individuos), son: esqueleto robusto, pelvis ancha, extremidades cortas, tórax en barril, arcos supraorbitarios resaltados, frente baja e inclinada, faz prominente, mandíbulas sin mentón y gran capacidad craneal —1.500 cm³—. Vivían en grupos organizados, formados por alrededor de unos treinta miembros.

Los neandertales fueron una especie bien adaptada al frío extremo. Tenían un cráneo alargado y amplio, baja estatura y complexión robusta, y nariz amplia de aletas prominentes;[2] rasgos que denotan adaptación a climas fríos, como se puede observar actualmente en las poblaciones del Ártico. Su cerebro era igual o incluso más grande que el de los hombres modernos. Un neandertal promedio podría llegar a tener una altura de 1,65 m, de contextura pesada, y musculatura robusta. Si bien su estructura ósea no los hacía corredores de largo aliento, sí eran caminantes de largas distancias. Estudios anatómicos realizados han determinado que el neandertal podía articular una fonética limitada respecto al que actualmente posee el hombre moderno, esto debido a la ubicación de la laringe, más arriba que el moderno.[3]

El estilo de herramientas líticas utilizadas en el Paleolítico medio por los neandertales es la cultura Musteriense, así llamada por haber sido encontradas por primera vez en el yacimiento arqueológico Le Moustier. La cultura musteriense está caracterizada por la utilización de la técnica de talla Levallois. Estas herramientas fueron producidas usando martillos de percusión blandos, como huesos o madera. En los últimos tiempos de los neandertales se nota en el registro arqueológico el estilo Châtelperroniense, considerado como más "avanzado" que el musteriense.

Los Australopithecus

Australopithecus (del latín «australis», del sur, y del griego «πίθηκος» pithekos, mono; castellanizado, australopiteco) es un género extinto de primates homínidos. Vivió en África desde hace algo más de 4 millones de años hasta hace unos 2 millones de años, del Zancleaniense (Plioceno inferior) al Gelasiense (Pleistoceno inferior). La mayor novedad aportada por los australopitecos es que se desplazaban de manera bípeda. El tamaño de su cerebro era similar al de los grandes simios actuales. Vivían en las zonas tropicales de África, alimentándose de frutas y hojas. Existe consenso en que los australopitecos jugaron un papel esencial en la evolución humana al ser una de las especies de este género que dio origen al género Homo en África hace unos 2 millones de años, el cual a su vez dio origen a las especies Homo habilis, H. ergaster y eventualmente al humano moderno, H. sapiens sapiens.[1]

Una rama de los australopitecos se separó de la que derivaría en Homo sapiens, produciendo al Paranthropus robustus del por ahora aceptado género Paranthropus.